Por fin llegó el día.
la Alta y Baja Limia en la Santa Iglesia
Catedral de Os Milagros (Ourense).
La cronología del evento es la siguiente, si no nos engaña la memoria: en la
víspera del acontecimiento es trasladado, en la Carroza de Oro, desde el
Castillo de Maceda hasta el Colegio de Los Milagros, donde pernoctará en una
camareta acondicionada para recibir a tan significativo huésped.
Durante todo el
trayecto es escoltado por la Guardia Imperial y aclamado por innumerables
súbditos desplazados desde todos los lugares del imperio.
El recinto del Santuario es un hervidero de operarios durante toda la noche para tener todo preparado al objeto de recibir a los ilustres invitados que asistirán a la ceremonia de la coronación.
Todo parece indicar que miembros de la
Comuna del Medo, capitaneada por Badás colocaron el cartel durante la noche.
A las diez en punto de
la mañana del nueve de noviembre, parte en la carroza Odilio vestido con los trajes
imperiales, que mandó que fueran exactamente iguales a los que usaban los
emperadores romanos durante las ceremonias de coronación. Por cierto se
confeccionaron por personal de Boutique Chata de Asadur.
Escoltado por la Guardia Imperial vestida de
gala y a los acordes de la Marcha de la Guerra de las Galaxias, ejecutada por la Real
Finalizada la Eucaristía, Monseñor Humbertus, como Legado Papal, ungió a Odilio Emperador bajo la fórmula empleada para la coronación de los emperadores del Sacro Imperio Romano-Germánico.
La Corona, el Cetro y la Bola del Mundo que se emplearon en la coronación, todo de oro, fue un regalo del Conde de Altafulla, siendo custodiados hasta el día de la fecha por Olaff el Grande en la caja fuerte de su pazo de Chaioso.
Ya coronado como emperador; Odilio salió al balcón de la Catedral de Los Milagros a saludar al Pueblo congregado en la explanada adyacente. Entre vítores y aclamaciones montó en la Carroza de Oro para dar una vuelta por todo el recinto y saludar al populacho antes de dirigirse al Hostal Imperial do Cacheiro donde se celebró la recepción y posterior comida de las autoridades asistentes.
El menú fue confecciondo por los afamados restaurantes, Mamá Torrelia de Viladerrei y Chata´s de Asadur, siendo del agrado y plena satisfacción de los asistentes.A los postres y luego de un brindis a la salud del nuevo emperador, Odilio se levantó y anunció, entre los aplausos de los asistentes, la fecha de la boda con la Visir de Mingarabeiza para la primavera del año 2014.
Finalizaron los actos de coronación, bien entrada la noche, con un castillo de fuegos artificiales a cargo de una empresa pirotécnica de Valencia y la concesión de tres días no laborables para todos los súbditos de la Alta y Baja Limia.Y Odilio despertó siendo Emperador soñando que un día reinaría sobre toda Galicia y Portugal.
Banda de Gaitas y por la Escuela de Música o de Limia, realizó el recorrido desde el Colegio hasta la Catedral aclamado por innumerables
súbditos, venidos desde todas las partes del Reino de Maceda que abarrotaban la explanada frente a la Basílica.
Odilio dentro del templo tomó asiento en el presbiterio flanqueado a ambos lados por invitados pertenecientes a todas las Casas Reales europeas entre los que se encontraban los Príncipes de Lu y de Beckelar, suministradores oficiales de las galletas que se consumen en Palacio así como el Rey de las Tartas de Mondoñedo.
Asistió en representación del Estado de Disneylandia su embajador en Madrid Pluto.
Por un Motu Propio del Papa, se ordenó que la misa de coronación la concelebrasen los Cardenales Chivi-Che,el cardenal de Vilarreal, Lewnisport de A Vilavella y como oficiante principal el Cardenal Humbertus de Mingarabeiza.
La misa se oficiaría íntegramente en latín.
Desastrosa fue la celebración, ya que ninguno de los purpurados tenían idea de Latín y eso que el Sr. Cura de Perrelos trajo un viejo Misal que tenía en el desván de la rectoral con el formulario de la misa en el idioma de Cicerón. Aquello pronunciado por Monseñor Humbertus no era más que Latín Macarrónico que nadie entendió.
El Padre Sapiro tocó el órgano de la catedral, levantando al personal de los asientos para aplaudir rabiosamente cuando se cantó el “Oh buen Jesús yo creo firmemente” interpretado conjuntamente por las corales de A Farria y Nocelo .
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