No es que el blog esté virando hacia cosas serias, pero estoy leyendo una novela que me está encantando y quiero compartirla.

"La hermandad de la uva", es una novela de perdedores, explora las relaciones de una familia fundada por un albañil pendenciero, jugador, borracho y soez. Nick Molise es un buen trabajador, pero gasta la mayor parte de su dinero con sus amigos, olvidando que su esposa e hijos sufren de estrecheces en casa.

Esta novela me hace reflexionar en el cuarto mandamiento: honrarás a tu padre y a tu madre. ¿No debería tener un apéndice donde se ordene honrar a los hijos? Henry sabe que su padre no vivirá mucho tiempo, pero resulta muy difícil lidiar con una persona que durante años lo ha tratado como un extraño por haber rehusado continuar la tradición familiar de la albañilería.

¿Es posible borrar de un plumazo tantas humillaciones y rencores, sólo para hacer más fáciles los últimos días de un anciano terco y borracho?.

Este libro, tiene los rasgos característicos de la “novela Fante”: italoamericanos perdedores, de clase baja, relaciones interesadas en familias desestructuradas, personajes católicos y derrumbados, con un futuro peor que su presente.

Fante trata a sus “hijos”, sin embargo, con cierto mimo, humor, violencia, justificando sus actuaciones con ironías acertadas y descripciones cuidadosas, pero descubriendo el lado tierno y oculto que poseen bajo la corteza.

Fante nos advierte siempre: esperanza en el ser humano, en el personaje redentor, el que comprende y odia al mismo tiempo.

Nada es blanco o negro, malo o bueno, todos tenemos dentro un angel y un demonio.